Como todas las mañanas, lo primero que hago, tras tomarme un buen desayuno, es entrar en la página web del Mirror haber qué nuevas noticias futbolísticas asaltan las islas británicas. Durante estas dos pasadas semanas los textos escritos por los redactores de esta página sobre la posible salida de Wenger han ido aumentando. Son textos de opinión escritos desde un ángulo totalmente exterior al Arsenal ya que ninguno de esos periodistas es aficionado gunner y su manera de pensar sobre esto es totalmente diferente a la que tenemos los que sí somos aficionados.
Creo que a ningún hincha se le habrá pasado por la cabeza desear que Arsène deje el equipo y si no es así esa persona no entiende lo que es el Arsenal. Desde hace unos años y, posiblemente, hasta unos cuantos más, somos un equipo realmente alejado de las posibilidades de cosechar algún título, la cosa es así y hay que admitirla. Se critica al gerente por éste simple hecho pero no se para a pensar en la situación económica que ha tenido el club durante estos últimos años y que a pesar de ello Wenger ha conseguido mantener al equipo en posiciones Champions sufriendo cada verano la venta de sus mejores jugadores para poder subsanar la tremenda deuda que ahogaba al club. Cesc, Nasri, Van Persie... todos han sido claves para el equipo pero han terminado saliendo, en parte porque ellos querían títulos y el Arsenal necesitaba el dinero. Ambos salen beneficiados, el único perjudicado Arsène.
Además de acabar en puestos Champions temporada sí y temporada también, el equipo ha sido fiel a la filosofía del técnico galo en todo momento, esa que es similar a la del Barça, mimar el balón, jugar bonito.
Tal vez tardemos a volver a lograr títulos, tal vez nuestros jugadores estrella salgan del equipo a la temporada después de explotar, pero mientras Wenger siga en el banquillo, y sin importar las críticas del exterior, el Arsenal tendrá motivos para ser optimista, porque él es la estrella.
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