Llegó a Lezama como uno de los
entrenadores que más gustan en los días de hoy, producto de la globalización
que ha obtenido el termino ‘tiqui-taca’ tras la soberbia exposición que el
Barcelona de Pep Guardiola ha realizado en cada uno de los partidos que ha
jugado. Marcelo es algo parecido a Pep, por eso se habló también de él como
posible relevo del entrenador culé. Lo dicho, el argentino nada más llegar hizo
lo esperado, inculcar ese amor hacia la pelota a sus jugadores, quienes estaban
acostumbrados a un juego más directo. Costó pero poco a poco se consiguió.
Los leones ya tarareaban la sinfonía que Bielsa les había enseñado, el Athletic ganaba y gustaba. Marceló optó por centrarse mayoritariamente en la Europa League pero sin olvidarse de la competición doméstica. Superaron a cada uno de los equipos que se les plantaban en cada ronda, fueran el Manchester United o cualquiera. La sinfonía de Bielsa se tarareó en cada una de las rondas de la pasada edición de la Europa League hasta que llegó el gran día, la final. Enfrente se plantaba un Atlético comandado por el Cholo y Falcao. Los zarpazos del tigre desmembraron a un grupo de jugadores que terminaron el partidos llorando por lo cerca que habían estado de levantar un título europeo por primera vez. Tras salir del estadio en dirección ya al aeropuerto los llantos ya habían terminado y se podían escuchar incluso algunas risas, esos jugadores de veinti-pocos años estaban sonriendo y hablando con los familiares por sus teléfonos móviles para contarles la experiencia. Nada parecía anormal, no a mis ojos, un equipo jovencísimo que se había plantado en la final contra todo pronóstico y desgraciadamente la había perdido.
Los leones ya tarareaban la sinfonía que Bielsa les había enseñado, el Athletic ganaba y gustaba. Marceló optó por centrarse mayoritariamente en la Europa League pero sin olvidarse de la competición doméstica. Superaron a cada uno de los equipos que se les plantaban en cada ronda, fueran el Manchester United o cualquiera. La sinfonía de Bielsa se tarareó en cada una de las rondas de la pasada edición de la Europa League hasta que llegó el gran día, la final. Enfrente se plantaba un Atlético comandado por el Cholo y Falcao. Los zarpazos del tigre desmembraron a un grupo de jugadores que terminaron el partidos llorando por lo cerca que habían estado de levantar un título europeo por primera vez. Tras salir del estadio en dirección ya al aeropuerto los llantos ya habían terminado y se podían escuchar incluso algunas risas, esos jugadores de veinti-pocos años estaban sonriendo y hablando con los familiares por sus teléfonos móviles para contarles la experiencia. Nada parecía anormal, no a mis ojos, un equipo jovencísimo que se había plantado en la final contra todo pronóstico y desgraciadamente la había perdido.
Más tarde se dio a conocer la
monumental bronca que Bielsa les pegó a sus jugadores por perder la final y
después estar con una sonrisa en la boca. Si sois del Athletic y escuchasteis
las declaraciones seguramente estéis de acuerdo conmigo en que Marcelo no ha
entendido lo que es el Athletic. Le recomendaría leerse la Panenka número 08.
Es cierto que ganar la competición hubiese sido fantástico pero haber llegado
hasta ahí ya es todo un premio para un equipo que es fiel a une filosofía que
le limita en cosas como esta, los títulos. Además no son jugadores
experimentados, son chavales que han deslumbrado a medio mundo con su
desparpajo y su talento, no se les puede echar nada en cada porque han luchado
hasta el final por el escudo y han mantenido al equipo por un nivel superior al
que en realidad tiene.
Consecuencias de tal bronca son
los minutos perdidos en el banquillo de Llorente esta temporada o la entrada a
hurtadillas que hizo Javi Martínez para recoger sus pertenencias de la ciudad
deportiva e irse sin apenas despedirse de sus compañeros. Con esto ha quedado
patente que en el vestuario no reina el mismo ambiente que antes de la final y
todo consecuencia de la autodestrucción que Bielsa ha hecho con sus riñas tras
no conseguir lo que quería, el título de Europa League. Ahora el camino estará
lleno de turbulencias y terminará por no llevarles a ningún lado. La aventura
de Bielsa ya no puede llevar a nada positivo.